Las siguientes competencias básicas del coach han
sido desarrolladas para fomentar una mayor comprensión sobre las
habilidades y los enfoques utilizados actualmente en la profesión.
También son útiles para comparar y contrastar lo que se espera de un
programa de formación específico en coaching .
Adherirse y aplicar al código de ética y estándares profesionales.
Da muestra de integridad personal y profesional, honestidad y
sinceridad.
Habilidad para acordar como será el proceso de coaching.
Negociación de la oferta de coaching y mutuas responsabilidades.
Capacidad para darse cuenta si es el coach adecuado para ese cliente.
Darse cuenta si hace falta una derivación a terapia.
Capacidad para crear un contexto de cuidado y confianza.
Mostrar genuino interés por el bienestar del cliente.
Demostrar respeto, empatía y compasión por el lugar que el cliente
ocupa.
Pedir permiso para coachear.
Habilidad para estar abierto y flexible.
Estar presente en el aquí y ahora.
Abierto a no saber y tomar riesgos.
Habilidad para proponer nuevas interpretaciones sin quedarse apegado a
ellas.
Habilidad para estar abierto al aprendizaje.
Habilidad para ser gentilmente irreverente con el cliente y estar
liviano en el proceso.
Habilidad para identificar discursos.
Aceptar la experiencia del cliente como legítima y no coachear desde
una agenda personal.
Permite al cliente expresar su situación sin emitir juicios de valor
ni quedarse atrapado en ella.
Habilidad para revelar y darse cuenta temas implícitos en el discurso.
Habilidad para articular quiebres poderosos.
Habilidad para escuchar y modificar el estado de ánimo y el anclaje
emocional del cliente.
Habilidad para realizar preguntas que separen la experiencia de la
explicación.
Habilidad para realizar preguntas que desafíen las presunciones
previas del cliente.
Realizar preguntas que revelen estados de ánimo, emociones y
predisposición para la acción.
Hace preguntas abiertas que aporten mayor claridad, posibilidades o
nuevos aprendizajes.
Hace preguntas que lleven al cliente hacia lo que desea, no preguntas
que lleven al cliente a justificarse o mirar al pasado.
Habilidad para reencuadrar y rearticular nuevas perspectivas.
Tener y mostrar una congruencia entre lenguaje, emociones y
corporalidad a la hora de hacer coaching.
Habilidad para crear y ampliar consciencia.
Consciencia de los discursos y narrativas que abran nuevos mundos
intepretativos.
Habilidad para revelar cómo las emociones y los estados de ánimo
impactan en las miradas y las acciones que el cliente hace.
Habilidad para generar nuevas posibilidades y crear nuevos insights.
Habilidad para observar en qué energía se halla el cliente y realizar
sugerencias que modifican esa coherencia.
Capacidad para empatizar con el cliente.
Registro kinestésico.
Capacidad para saber qué tipo de técnicas aplicar y para qué.
Habilidad para generar y proponer nuevas acciones.
Chequear las prácticas del cliente y evaluar cómo es el proceso y su
evolución.
Promover la experimentación y el auto-descubrimiento.
Promover que el cliente acepte ser desafiado y ampliar sus propios
límites.
Habilidad par desarrollar un plan efectivo de coaching.
Ayudar al cliente a identificar y acceder a diferentes fuentes de
aprendizaje.
Habilidad para dejar la responsabilidad para tomar acciones en el
cliente.
Mantener el contacto y la conexión con el cliente para que sostenga el
proceso.
Saber cuándo parar.